Hay historias de amor donde eligen los más extraños
objetos de deseo, para contextuar la situación y sin diagnosticar al enamorado,
se puede decir que se trata de una persona que tiene una dificultad seria en el
contacto y la comunicación interpersonal, así como también para expresar sus
sentimientos; él mismo reconoce que hay interacciones sociales culturales a las
cuales tendría que alcanzar por su edad, como formar una pareja y sobre ésta
dar base a una familia. Estos mandados operan en cada uno de nosotros de una
manera singular y subjetiva, cada loco (con su tema) no deja de ser influenciado por esto, y
a su manera buscará poder alcanzar de acuerdo a las posibilidades y mecanismos
que cuenta.
¿Dónde estará el
enfermar en todo esto? Frente a las exigencias sociales, las respuestas
bizarras y/o antisociales pueden llegar a revestir riesgo para sí o para otros,
y es aquí donde un agente de salud puede y debe intervenir, pero en esta
película no aparece ni es necesario uno, ni para el protagonista o para su
entorno. Los que curan al paciente son su familia, amigos, vecinos, conocidos y
demases del poblado.
El inesperado aporte del pueblo donde vive el
enamorado, deja sin lugar la implementación de ninguna herramienta terapéutica
psicológica. Quieren bien y deciden acompañar a su amado integrante es el
pueblo, con el fine de poder entender y sostener el amor que este le propina a
su objeto de deseo, que podría ser resultado de una errada interpretación de la
realidad denominada delirante. Esto no evita de ser apoyado por quienes
acompañan al enamorado, que su novia sólo tiene vida a sus ojos, y el de los
samaritanos del pueblo que deciden esforzarse para curar al enamorado de su
incapacidad de poder entablar una relación, con sus reglas, dentro los cánones adoptados por la
mayoría.
El delirio es una consecuencia del desvío del juicio
de realidad, donde una idea errónea es tomada como real, ésta idea sirve al
loco para poder enfrentar la realidad y generar un equilibrio interno. La
incomodidad y tensión que llega desde el exterior y genera desequilibrios
internos, que a través de estas ideas de interpretación propia del loco, lo
hace transitar por el mundo de una manera, en apariencia para él, saludable. Es
por la presión del entorno que el protagonista necesita apelar a una forma de
amor que él puede valerse por su capacidad.
Se puede usar las frases amorosas más sensibleras y
populacheras para decir que el amor no tiene límites, que el amor es para todos
por igual, etc… Aquí se destaca el amor que tiene el pueblo entero por este
loco enamorado que intenta representar lo que se espera de él, ser un buen
católico con una pareja estable.
Esta pareja,
sostenida por el protagonista surge brindando la solución a la elaboración interna
que necesita, para poder enfrentar en el final de la película la decisión real
de poder enfrentar a un ser humano de sexo opuesto que colme los aspectos
consensuados de pareja que reina en esta cultura.
En toda la película no aparece un solo agente
de salud en función como tal y es la familia y amigo del loco que hacen de su
vida un mejor lugar, a partir de la compresión y el apoyo desinteresando,
esperando pacientemente que lograse transitar por su pesar y encarrilar sus
metas hacía su bien, entendiendo que este mismo bienestar se traducirá en el
común.
¿Esta es una
película donde un pueblo entero hace mejor el trabajo de locólogo?... Sí. Por
que el fin último de la salud mental es el de crear un ambiente propicio para el
beneficio tanto individual como grupal. Se puede ver como es posible vivir sin
psicólogos a la redonda.
A ver si aprendemos que los psicólogos,
asistentes sociales sociólogos, abogados, jueces y algunos otros oficios pueden
ser inservibles en un sociedad responsable, respetuosa, paciente, sabia, que
reconoce la solución antes de quejarse del problema puede hacer mucho más que
un profesional… Para lograr esto empecemos por… donde quieran.