Esa nefanda baratija conceptual del gusto psi por el correveidiles, entre bambalinas y toda la mar en coche que pregonan los que dicen entender sobre el trabajo con la palabra, y de lo que hace cada profesional de la salud mental con lo que escucha en el consultorio me parece necesario desmitificar tanto para los ávidos de atenderse como a los que tienen matrícula de psinvergüenzas.
Es problema es de los dos lados, porque si el mismo especialista trabajara como pregona su teoría, el registro moral de la escucha estaría vehiculizada hacia la dirección de la cura y no de traer agua hacia el propio molino de la abundancia, donde está en la cúspide a la estafa piramidal.
Cuando una persona de a pie piense que escuchar a otro puede hacer que caiga sobre sus dichos un valor de verdad y que eso pueda ser usado en su contra, es un aporte del imaginario jurisprudente lógico pero cuestionable; que un paciente en tratamiento al expresarse en asociación libre piense que importa lo que dice en el sentido que discurre su decir, es básicamente el motivo de consulta, de la continuidad y de la posible cura; que un profesional piense que sabe algo porque escucho a su paciente abnegadamente y tomo notas sobre cada detalle más suculento y jugoso pudiendo armar su historia para poder curarlo y felicitarse por su propia perfomance, es lo verdaderamente triste, impreciso y iatrogénico.
Estas tres películas puedo afirmar que forman la trilogía más funesta que se pueda conocer.
La anamnesis del horror terapéutico estigmatizante de la lectura del signo y síntoma más rococó habido de saber y por haber, laberintea la cura por los recovecos recónditos donde se puede perder la escucha estrepitosamente. La diferencia que nos trae para trabajar el transeúnte tratando de trepar trivialidades desde sus tripas tratadas trágicamente y trabadas sin tramitar el tramo del tratamiento que vamos a acompañar como agentes de salud mental, tiene que criteriarse por sí mismo sin pensar que se entendió.
El profesional como buen ser humano (sin que esto sea un logro ya que pandemia, deuda externa y muerte de niños por hambre/mujeres por nacer mujeres) quiere enfrentar lo que conoce, y el caso clínico le cuadre en su conocimiento adquirido en la academia o bien a su graduación epistolar del edificio que ofició de su estudio. Olvidando así que su función es la apertura y no la de que el caso cierre.
Si vamos curar con la palabra que sea respetando su escritura y lectura.