Ojalá y alcanzara con la descripción poemática de excelsos narradores de las luchas internas y externas de la heroicidad de la personas que ejerce la ejemplicidad, distribuida por las prosas que se difundían por su estructura sintáctica, que hoy se puede leer/ver en secuencias algorítmicas, atuendos estrafalarios y claves cromáticas que dan el paisajes y personajes digitales de contextos propiciadores en universos incalculables e incunables.
Pasamos de la letra al 3D, donde lo binario de ceros y unos otorgan al universo de la pantalla lo que antes era una estructura poética que danzaba cancionando relatos transmisibles, y hoy vemos la grandilocuencia visual y sonora de historias vacuas sin administración y hasta sin lógica que entrame versos de lo que podemos dialectizar entre ideas sacrificiales.
La televisor quiere épica pero no la gesta dramática.
Tampoco un sistema vernáculo que otorgue aportes lógicas de creación de realidades, si no el sometimiento a mundos esperables completamente escritos y coloreados. Cuando la sorpresa escasea, excepto que el marco se acepte secundario... pero claro... sería reconocer que el progreso es estético y el tiempo es la gravedad, tanto la que hace que pisemos el suelo, como la que nos señala el poco peso de la escritura y de la lectura.