Por diseño la experiencia de estos emprendimientos multinacionales tienen poco de improvisado y mucho de esclavismo, porque no se trata sólo de una simple interfase de usuario en menú para hacer más "cómodo" el acceso y la búsqueda como hacen las góndolas del super pero de pelis.
Las películas o las series son parte del armado de la plataforma, SON el modelo de negocio, éstas empresas transnacionales eligen el contenido (artístico cuestionable) e incluso lo producen. Así es que desde su cosmovisión exigen que el arte esté en consonancia con su filosofía empresarial, es decir, que mantengan a la persona en la TV lo más posible. Que para premisa artística no sería propio o ético. Una pieza que sea demasiado movilizante (adulta) que sofoque, expulse o sacie de los sentidos del espectador estaría fuera de los intereses de kiosco del stream.
Vemos que las ficciones ofertadas sufren de "ansiedad". Si, películas/series/documentales sufren de ansiedad porque tienen poca tolerancia a la frustración y quieren cosas, quieren que las quieran. Es común que veamos en los inicios escenas épicas, grandes explosiones o impresionantes despliegues que (con suerte) luego la trama se encargará de justificar, aunque quizás ya sea tarde para el ojo avezado que sufre de ver el techo narrativo y difícilmente le suban la apuesta en esa presentación.
La dependencia logarítmica de permanencia opera sobre los artistas, porque la web registra a nivel administrativo de la exposición del ojo sobre la pantalla como si fuera garantía de verdad sobre la correcta aplicación de la atención por parte del humano en la pantalla de la aplicación que está proyectando la ficción. Si se interrumpe es culpa de los componentes de la ficción (director, guionistas, actores, trama, ritmo historia, efectos especiales, etc) pero nunca de la interfase ofrecida.
Nobleza (cinematográfica) obliga, decir que un buen guionista plantea los tópicos de la trama en el comienzo del celuloide, que después se verán en el final. Pero (con énfasis en la "o") eso no significa que tengas que colar planos contantes y sonantes que se van a ver en el final épico de la ficción. Ésta pereza narrativa sólo es comparable con la baja estima artística de no bancar los trapos de la experiencia ficcional que se está ofreciendo.
Se acude a la materialidad más evidente para prometer al espectador humor, sexo y muerte como si fuera un tráiler dentro la presentación de la película, y así es como podemos ver el final (literalmente) en el comienzo para no sorprendernos y encarar la travesía con certeza aunque todavía no comenzó esa trama.
El camino emotivo está asegurado así como también la previsibilidad, como para que nadie se ofenda o sienta estafo por la falta de información inicial, porque en un mundo sin garantías este intento de garantizar al espectador un entretenimiento libre sin fin, carece de libertad para los creadores.