Hablemos (mal) de
salud mental dijo está obra de entretenimiento audiovisual de distribución
masiva que oscarizó por obra y gracias a la carrera, simpatía y padecer del
actor protagónico que semblanteó una típica ingenuidad teatral, de la cual en
formato película no se desembarazó porque no querían agarrar la pala.
La fantasía pop del
drama en cuatro paredes sirve para la sala under de teatro íntima con sillas
plegables, pero en la pantalla grande, en un buen sillón y nachos con cheddar queda
injustificada, sosa y devela lo inverosímil, bizarro y arbitrario. Ok, no es
necesario que una ficción sea coherente con el mundo empírico, pero si que las
ideas que se planteen sumerjan al espectador sin que este rompa el lazo de
ingenuidad por forzamientos literarios. En un país en serio las conductas
suicidas las atienden agentes de salud mental incluso en la casa, cuando la
movilidad está imposibilitada... ¡Pero bueh! Esta ficción no está radicada en país
del primer mundo.
Hablar de cuerpas
disidentas está bien, pero lo saturan cuando proyectan el final heróico no
solicitado, para evitar la desilusión de no colmar la expectativa familiar resarciendo
con dinero noblemente a su descendencia, que hay que ver si se lo administra
bien o se lo gasta todo en NFTs. Parece que es obligatorio vivir. No me voy a
angustiar si vas a morir como estás deseando que sea tu final... Me voy a poner
contento. ¿Por qué sufrir si es lo que querés?... masoquismo, estupidez o
desorientación.
La reclusión
autoterapéutica de un erudito divulgador de la nube que conmueve multitudes por
la obra de sus verdades vertidas a través de su voz, como si fuera la mera
instancia de solo exponer las ideas y ellas harán que te llenes de sensaciones y
viertas tus dólares para que el dotado asegure el futuro de sus afectos más
preciados y su propio final. Esto solamente puede sostenerse en el sueño húmedo
de graduados en filosofía, chamanismo o psicología... ¡Ah sí! también dentro en
un teatro para 100 personas es sostenible esa fantasía.
Ingenuidad
ontológica, casting oportunista y masoquismo oximoronizado son las esencias de
esta propuesta implacable de lacrimosidad, tribunera y protoincluyente, porque
si hubieran contratado un actor con obesidad mórbida (que los hay muy buenos)
se habrían ahorrado bastante presupuesto en maquillaje pero perdían prensa del
descrédito que sufría el elegido por haber sido vejado por productores y
posterior exclusión por desórdenes mentales causado por la misma industria que
ahora lo reconoce por resiliente... So nice!
BASTA de forzar
materialidad sensiblera, todo muy lindo pero no me interesa la historia del actor,
director o productor, quiero una actuación acorde a la ficción y que esté bien
escrita, si tengo que seguir los dramas de todo lo que rodea a la obra me están
inventando una ficción dentro de la ficción y se confunde la obra de la
operación política coercitiva de superación dentro de la superación... no me
tomen de boludo.