Como agente de salud mental no puedo dejar perder esperanza en la humanidad cuando se hace abuso de personas que padecen de la imposición disruptiva de su propia personalidad, ya sea denostando su posición por su condición como quienes hace uso comercial del mismo.
Que en televisión se pueda apreciar alteraciones de una personalidad no significa que eso habilite a propinarle desprecio y crítica, incluso cuando éste tenga un mensaje de odio y propine violencia con todos su actos. Son dos cosas distintas.
Que como especie en este planeta no tengamos una idea clara de como accionar balanceadamente con el ambiente, somos existencias ínfimas de un espacio con el desafío de tener la máquina llamada cuerpo con una esencia poco clara que evidentemente es importante es interactuar.
Saber cual es el accionar pertinente con tipo de personalidad es las función de las elecciones institucionales de cada dos años de los habitantes organizados en divisiones de tierra, pero no es una competencia... es una selección laboral.
La disrupción de la personalidad alienante se acompaña ,se contiene y se transita, nunca puede ser motivo de burla, exhibición ni monetización porque quien la atraviesa no puede abandonar esa condición interna y menos poder ahogarla a voluntad.
Este es el peor infierno.