Con buenas intenciones se pueden hacer las peores atrocidades, y de esto no escapa la mala implementación de las técnica psicológica ejecutada por un profesional de la salud fuera el encuadre propicio a tal fin... la salud. La pérdida de un hijo es el duelo más duro que un ser humano puede transitar.
Cotidianamente frente a cada dificultad instrumentamos mecanismos para defendernos, los mismos se pueden ver superados por exigencias de las circunstancias; a lo largo del camino se aprende de los obstáculos para anticiparlos y poder alcanzar las metas planteadas previamente, cuando surge impensado invade la sensación de épocas arcaicas cuand indefensos carecíamos de herramientas para poder defendernos. En esta película se puede ver algo de eso, por un lado la intención de controlar el dolor intelectualmente como también la angustia arrastra a etapas más primitivas.
Un psicólogo que se precie de tal y que se busque en su práctica cierto rigor científico, evitaría sin lugar a dudas la posibilidad de perder, más no sea un 1% de, objetividad cuando tiene en sus manos la salud mental de otra persona. Tratar a familiares o seres queridos puede ser un acto de amor, odio y horror a la vez. La cercanía no asegura la óptica objetiva del fenómeno del vivir ajeno, la distancia y el, casi, anonimato del agente de salud, ajeno al grupo familiar, favorece la introspección y al autoreconocimiento. El psicólogo tiene que ser un otro neutro, vacío en una dirección hacia la cura; sirviéndole un campo abierto a los fines de completar por el padeciente con sus representaciones más aterrantes, conocer ese campo y suponer intervenciones aleja cualquier libertad y da ventaja de manipulación.
Es muy común, casi necesario, que el terapeuta pueda señalar elementos sin que tome el lugar de inquisidor y/o que opere en el paciente algún tipo de recusación, en el orden de, "que me decís si vos el otro día...etc" por parte del paciente, que prefiere evitar el compromiso en que lo pone los dichos vertidos de la intervención terapéutica.
Existe en algunos profesionales de la salud, que por el éxito en su práctica clínica, encuentren su confianza elevada y esto los lleve a una sensación de omnipotencia,"furor curandis", creyendo que pueden curar todo lo que se les presenta sin importar, he ignorando la dificultad y las limitaciones propias tanto a nivel teórico como práctico ¿so pretexto de salvar al mundo y ser el héroe?
La relación marital toma un tinte bizarro, que no amplia por ser de por si muy compleja la relación entre un psicólogo y su esposa, que buscan tramitar el duelo por la muerte de su hijo; donde la depresión, de ella, y el "furor curandis", de él lleva a las más iatrogénicas y terroríficas situaciones nublados por el dolor.
Cada integrantes de la pareja, asume una postura individualmente frente al fenómeno que se les presenta, y elijen como dar pelea a la pérdida. Es imposible afirmar cual hubiera sido una forma correcta o más saludable para cada protagonista, y sería injusto a los fines del film que quiere contar una historia sobre el padecer de una familia que pierde un integrante. Se puede deducir que cuando hay malas decisiones (como abandonar un tratamiento a cambio que la trate su esposo) solo pueden existir malas consecuencias.
Es muy común, casi necesario, que el terapeuta pueda señalar elementos sin que tome el lugar de inquisidor y/o que opere en el paciente algún tipo de recusación, en el orden de, "que me decís si vos el otro día...etc" por parte del paciente, que prefiere evitar el compromiso en que lo pone los dichos vertidos de la intervención terapéutica.
Existe en algunos profesionales de la salud, que por el éxito en su práctica clínica, encuentren su confianza elevada y esto los lleve a una sensación de omnipotencia,"furor curandis", creyendo que pueden curar todo lo que se les presenta sin importar, he ignorando la dificultad y las limitaciones propias tanto a nivel teórico como práctico ¿so pretexto de salvar al mundo y ser el héroe?
La relación marital toma un tinte bizarro, que no amplia por ser de por si muy compleja la relación entre un psicólogo y su esposa, que buscan tramitar el duelo por la muerte de su hijo; donde la depresión, de ella, y el "furor curandis", de él lleva a las más iatrogénicas y terroríficas situaciones nublados por el dolor.
Cada integrantes de la pareja, asume una postura individualmente frente al fenómeno que se les presenta, y elijen como dar pelea a la pérdida. Es imposible afirmar cual hubiera sido una forma correcta o más saludable para cada protagonista, y sería injusto a los fines del film que quiere contar una historia sobre el padecer de una familia que pierde un integrante. Se puede deducir que cuando hay malas decisiones (como abandonar un tratamiento a cambio que la trate su esposo) solo pueden existir malas consecuencias.