Soñar no cuesta nada decía una señora que se pega por tercera vez la peluca descartada de la doña de los almuerzos; y así es como una persona que se imbuye en ideales efímeros ajenos culturalmente aceptadas en pro de una mejora de calidad de vida, salud y descanso mental al mudarse a un bosque, playa o montaña para ver si le acerca o revela lo propio de su ser, pero se pierde así su individualidad.
En esta historia la paz dura menos de dos meses cuando retoma la costumbre, y como si fuera una necesidad, de sentirse mal y meterse en sospechas y persecuciones (fin del vacacionamiento). Claro que si se tratara de encontrar la felicidad no tendríamos película... o si... pero la intensión aquí es develar una leyenda, como le diríamos nosotros, del campo que en el país del norte se les da en el desierto, una especie de entidad que tiene una organización multinacional que obra a fin de equilibrar las zonas metafísicas con la realidad que compartimos.
El protagonista se encuentra en el medio de un desorden de su tratamiento farmacológico, señalado por su pareja, con lo cual no se puede dilucidar si lo que sucede, en parte de las escenas, es obra del desmadre místico de la interrupción de los rituales, o la mera alucinación de su cuadro psicopatológico preexistente, que también se desconoce sintomatológicamente; esto viene a pedir de boca para hacer más dramático y confuso el desarrollo y final (respectivamente) donde se funden distintos planos de tiempo y espacio, acompañados del fenómeno del doble y extrañeza subjetiva que sufre el protagonista, característico de algunos tipos de psicosis, enfermedad que no aparentaba dado su grado, interesante, de iniciativa y constancia sobre sus objetivos y compañía cotidiana; a esto se puede sumar que se mudaron y no tenía, en apariencia, supervisión profesional por su tratamiento.
Es muy útil pensar que se trata de un mundo donde lo fantástico gobierna y ordena, esto nos deja a merced de una inteligencia ajena que nos lleva... mal (como se puede ver) y que nosotros haríamos peor, desestimando cualquier esfuerzo del avance del conocimiento científico.
Todo se llevaría a necesitar un héroe que se inmole por le bien de la humanidad y no de un trabajo organizado en conjunto de distintos tipos de observaciones tendiente a la mejora compartida y crecer sobre las limitaciones propias, grupales y potenciar los vínculos positivos y constructivos. Los padecieres y responsables de la humanidad no pueden trabajar aisladamente cuan forajido solitario, esta mentira de hacer en una certeza para el bien total del mundo se llama delirio, que claro acompañamos de la bizarrees de cubrirse el rostro y hacerse ciruja entres escombros y roña nos da un típico diagnóstico de locura.
Lo primitivo en los albores y bienaventuranzas es un "para novedad lo clásico" que aliena y empuja a pensar que un loco se tiene que sacrificar para evitar que los demás no enloquezcan, favoreciendo a la vagancia del normal y potenciando la locura de quien tiene un delirio de reivindicación y/o de grandeza.
A jesus lo colgaron, pero repetimos la idea en forma deforme de historia de héroe barato... el loco.