El arte de asesinar aparece como idea y nadie se escandaliza... bien por la apertura diferentes expresiones, mientras nos empieza a salir pelos por donde no teníamos y las cavernas nos parecen lugares acogedores.
Al hablar de personas que padecen de sonidos internos con mensajes que interfieren el pensamiento, y lo invitan a realizar acciones de manera imperativa, se hace difícil cualquier otra función que pueda tener la conciencia y la vida social; más difícil es pensar que puedan plasmar algún tipo de artilugio superlativo para sobrepasar normas, controles y evitar ser atrapados por personas que no tienen estas voces.
...y encima...
Plantear que hay alucinaciones auditivas en estéreo... es como mínimo inocente y como máximo ignorante, porque la percepción alucinada es interna (nunca desde afuera), a menos que además de psicóticos queremos que muten y les crezca orejas en las rodillas... La construcción del discurso delirante da a entender al observador que su origen sería exógeno a los fines narrativos, de la vida real y de lo audiovisual del cine. Creo que a nadie le resultaría grato pensar que su voz interior le dijese que se tiene que matar, o que es tonto. El delirio cuenta con la voluntad de negociar la realidad con lo percibido y el que pierde es la personalidad que se ve diezmada en su capacidad personal y social.
Al hablar de personas que padecen de sonidos internos con mensajes que interfieren el pensamiento, y lo invitan a realizar acciones de manera imperativa, se hace difícil cualquier otra función que pueda tener la conciencia y la vida social; más difícil es pensar que puedan plasmar algún tipo de artilugio superlativo para sobrepasar normas, controles y evitar ser atrapados por personas que no tienen estas voces.
...y encima...
Plantear que hay alucinaciones auditivas en estéreo... es como mínimo inocente y como máximo ignorante, porque la percepción alucinada es interna (nunca desde afuera), a menos que además de psicóticos queremos que muten y les crezca orejas en las rodillas... La construcción del discurso delirante da a entender al observador que su origen sería exógeno a los fines narrativos, de la vida real y de lo audiovisual del cine. Creo que a nadie le resultaría grato pensar que su voz interior le dijese que se tiene que matar, o que es tonto. El delirio cuenta con la voluntad de negociar la realidad con lo percibido y el que pierde es la personalidad que se ve diezmada en su capacidad personal y social.
Aquí es donde volvemos a la misma delimitación de siempre, de diferenciar al psicótico que alucina del psicópata que asesina (por placer), ambos pueden tener un delirio paranoico y ambas palabras empiezan con "A" y terminan con "A". El primero es absurdo y el segundo es adaptado a la realidad. En el
delirio paranoico psicótico es unicamente como víctima de persecuciones,
ya no como perseguidor, que es a las luces mucho más siniestro si le sumamos alucinaciones. El delirio paranoico del psicópata tiene distintas variantes de objeto o fin que le generaría placer, en este caso, ejercer poder sobre su víctima.
Se que puede pensar que un loco aprecie estar entorno a reivindicar ideas de orden valorativo para él, algo místico o de grandeza pero porque buscan notoriedad y disfrutarían el reconocimiento, siendo esto más a nivel de un mundo compartido, pero en estos cuadros el otro no está en la función de referente benefactor añorado, más se ven desde un lugar más de lo opresivo.
Se que puede pensar que un loco aprecie estar entorno a reivindicar ideas de orden valorativo para él, algo místico o de grandeza pero porque buscan notoriedad y disfrutarían el reconocimiento, siendo esto más a nivel de un mundo compartido, pero en estos cuadros el otro no está en la función de referente benefactor añorado, más se ven desde un lugar más de lo opresivo.
Cuando un supuesto psicópata realiza señales de los movimientos que va a realizar, forzando a un juego de manipulación a sus perseguidores como si buscase ser aprendido, es para desencausar su búsqueda, ya que el autoicotearse es pura y excluyentemente manoseo neurótico. El perverso nunca pondría en juego su integridad física o la de la continuidad de la actividad que le hace feliz... quiénes son los que no se bancan ser felices, bueno por ahí... la culpa cierne sobre la conciencia hacia el autoboicot y pugna por evitar la satisfacción completa del que evita ser aprendido.
Competir con sus apresores posibles y ver quien es más inteligente, es típico de la personalidad neurótica, siendo para un perverso no posible esta dimensión, porque implica la inclusión de un otro y aquí la satisfacción narcisista y colma la totalidad de la existencia, sólo importa su manera de disfrutar y de como puede hacer para sostenerla en el tiempo, a pesar de lo que implica esta para otros. En la neurosis, la implicacias de su satisfacción serán evaluadas, corroboradas, y de comprometer a otros de una manera negativa, la empatía social hará que se lo cobre mediante la culpa que lo acechará sin cuartel hasta que sucumba.
Es divertido pensarse la musa de los asesinos serial, pero lo simbólico hace agua... harina, tomate y queso... termina siendo más una muzza que se deglutirá ya sabemos quien.