Este artículo va a ser tan divertido como explicar un chiste, porque soy un poco más que un lindo meme.
Hay memes de todas las especialidades y sin ser menos voy a dedicar unas palabras, evitando el origen del humor, aunque es fácil de explicarlo, la lógica cómica creadora estaba antes que el lenguaje, o me van discutir que estamos hechos para reír.
Se dice que las redes sociales alienan y esta generación nacida es la autopista sin peajes de datos intra e inter continentales, se estaría caracterizando por la inmediatez, la ausencia de espera y la ansiedad. Sería muy lindo y tranquilizador poder explicar el mal actual así (pero no), que la generación que ocupa el lugar de dar su fuerza de empuje, para que la humanidad no desaparezca pene por su mala práctica, es un clásico de todo incomprendedor serial de un fenómeno propio. Apuntar con el dedo un mal propio-ajeno lo libra de libros y vibra como liebre libertaria.
Antes de los memes de redes sociales teníamos las tiras cómicas, y antes de los videos cómicos teníamos los programas de humor en la tv... Si, Capusotto salía al aire por canal 7 y duraba una hora, con tanda publicitaria. Pensar que hay un correlato moral respecto de la inagotable fuente de chistes y tipos de humores que velan por nuestro ojo, en cada cuenta de artistas creadores de lógicas cómicas, nos dejaría ciegos respecto de la impulso que de por sí es vital... Ser feliz 💗 o casi.
Saber de qué reímos, cómo y dónde esconde la pregunta interesante que sería "de quién", eso nos interpela en su lógica tácita, y no enseña de que estamos hechos, pero, no resiste la insistencia y repetición ya que no podemos reírnos diez veces de un mismo meme.
Reír solo frente a la ficción de un otro ridiculizado, por efecto de su propia palabra para generar la chispa risueña, nos da cuenta de un mensaje sin sujeto, la persona no es eso, y un receptor que deja de ser-lo al siguiente scrolleo, se va.
La fugacidad de los mensajes no propios en la historia del humano, comienza antes de la creación de la lectoesctritura, las sutilezas comunicacionales no cambian la imposibilidad humana de poder atravesar el éter con su mensaje propio emotivo, y que este llegue a un receptor sin poder controlar el cimbronazo consecuente original.