Decir que este personaje es el protagonista y motor de la serie no descubrimos nada, y menos si decimos que es un frustrado profesor de química que le diagnostican cáncer y se convierte en narcotraficante. Situación que le puede acontecer a cualquier hijo del vecino o padre de familia. El tema es si es posible que una persona aparentemente saludable jefe de familia llegue a... etc.
La premisa de una serie es marcar una continuidad o cotidaneidad, y se expone mucho más la historia de un personaje, y genera que a lo largo del tiempo de tanto describirlo surjan contradicciones.
Este personaje se enfrenta a una encrucijada como le sucede a todo ser humano con agravantes y vicisitudes que se interrelacionan potenciándose recíprocamente tanto cualitativa como cuantitativamente, y un delito aparece como válvula de escape de la tensión interna. Para lograr la solución se vale de su conocimiento, la manipulación, la mentira, dañar sus vínculos más cercanos y la muerte de personas que se ponen en su objetivo. Muchos de los occisos encarnan de límites a los excesos del protagonista que no reconoce, generando un contexto no favorecedor de una equilibrio social, y más bien hacia lo psicopatón.
Este personaje se enfrenta a una encrucijada como le sucede a todo ser humano con agravantes y vicisitudes que se interrelacionan potenciándose recíprocamente tanto cualitativa como cuantitativamente, y un delito aparece como válvula de escape de la tensión interna. Para lograr la solución se vale de su conocimiento, la manipulación, la mentira, dañar sus vínculos más cercanos y la muerte de personas que se ponen en su objetivo. Muchos de los occisos encarnan de límites a los excesos del protagonista que no reconoce, generando un contexto no favorecedor de una equilibrio social, y más bien hacia lo psicopatón.
En
el trascurso de la muertes y abusos, los climas y las situaciones tiende hacia una apreciación cándida, paternal (para su familia) y fraternal (con su coequiper) de aprobación hacia el
camino del héroe que transita este personaje, haciendo que el observador
desprevenido acepte como correcto las peores aberraciones vertidas por
un ser humano, pasando de acompañar a ser cómplice pasivo y a cada
momento aceptando un horror mental.
Pensando
las características de personalidad se podría pensar como cierta
normalidad habría en el comienzo, donde lo angustiarían las inclemencias de la vida pero lo que
se vislumbra frente a los conflictos es un tipo de procesamiento perverso que no se condice con la culpa o el remordimiento, es decir, la estructura personalidad
técnicamente en la realidad no puede virar según nuestra problemática
así lo demande. Lo que angustia... angustia. Un perverso no va a padecer nada que no sea ajeno a llegar a su deseo, y se puede ver como en
determinadas situaciones se comporta sin que le tiemble el pulso, cuando en otros se ve comprometido por sus valores y moral social compartida.
O se es... o no se es. Es inexistente un perro que sea chancho al mismo tiempo.
O se es... o no se es. Es inexistente un perro que sea chancho al mismo tiempo.
En
la forma que cada uno enfrenta el mundo, la angustia es la brújula
para poder diferenciar la normalidad de la enfermedad grave, en caso de que una
persona tenga que corromper límites para conseguir su meta, no sería
saludable para sí daña a su mismidad y a terceros; ahora si frente a la misma
instrumenta mecanismos que abren el camino sin que se diezme
ninguna norma cultural compartida, estamos frente a alguien consciente
de sus limitaciones y capacidades propias, y de la humanidad.