Pateando tableros o tropezando con ellos, en este artículo desarrollaré la idea de la inexistencia del malo o, más bien, la identificación necesaria de un persona que se ve imposibilitado para avanzar y la identificación de una acción exógena que le brinda la posibilidad de no ser responsable de su destino.
Existe una distinción en la humanidad que se viene gestando con incomprobable materialización, que es la tasa de recuperación de quienes entienden vital para su vida el hacer alguna transgresión del límite impuestos a nivel cultural-legalmente, sin medir o midiendo el daño de las consecuencias de sus actos. Claro... cuántos delincuentes o asesinos se recuperan de verdad, y así se hace amigable pensar que matarlos no sería tan drástico.
Casi yendo en contra de los héroes, podríamos decir que la maldad es una energía proyectada de la propia frustración y la búsqueda de la satisfacción en algún sentido; o bien el entrecruzamiento de objetivos y planes incompatibles/opuestos donde dos coordenadas se chocan, y por su inercia la mejor preparada o con mayor ímpetu, prevalece. No tiene que ver con la convicción real de someter al otro, pero si con un goce sobre el logro de la propia meta, quizá puede haber un plus cuando se identifica la competencia y se hace un enigmático un lugar que no pueden ocupar dos.
Lo que hacen las películas muy es identificarnos con una de la partes, apoderándose de algún emblema que opere para que nos lleve a quien, terminamos, queriendo que salga victorioso, no siendo posible estar a favor del malo ya que inevitablemente perderá, y como la recuperación es imposible la mejor condena es la pérdida de vida.
Casi yendo en contra de los héroes, podríamos decir que la maldad es una energía proyectada de la propia frustración y la búsqueda de la satisfacción en algún sentido; o bien el entrecruzamiento de objetivos y planes incompatibles/opuestos donde dos coordenadas se chocan, y por su inercia la mejor preparada o con mayor ímpetu, prevalece. No tiene que ver con la convicción real de someter al otro, pero si con un goce sobre el logro de la propia meta, quizá puede haber un plus cuando se identifica la competencia y se hace un enigmático un lugar que no pueden ocupar dos.
Lo que hacen las películas muy es identificarnos con una de la partes, apoderándose de algún emblema que opere para que nos lleve a quien, terminamos, queriendo que salga victorioso, no siendo posible estar a favor del malo ya que inevitablemente perderá, y como la recuperación es imposible la mejor condena es la pérdida de vida.