Hablemos de la tortura, ya no sorpresiva, de las películas que eternizan su final obligándonos sin escapatoria a ver escenas que no están en relación con la trama "per se", pero sí sobre las secuelas o instancias circundantes al universo de películas que intentan orientarnos a continuar vien(consumien)do.
Convivimos en una época que en las salas de cine se respira una insaciabilidad del auditorio demoníaca, que sólo puede originarse por la vacuidad argumental más supina, o la intrascendentibilidad guionística que quiere opacar su impotencia saturando con bosta todos los sentidos posibles.
Cansarse de la película que se está proyectando parece poco para las productoras de contenido audiovisual, que ya nos está ofertando las expresiones concomitantes de una manera obscena y vilipendiante, dejando asomar las pobres resoluciones de la actual y la futura continuidad que también frustrará al cinéfilo.
Está claro que la inmutabilidad del observador solo puede ser una mala praxis de los entretenedores seriales que empujan (malas) ideas sobre ídolos y dioses con ideales que no tienen idea de su idilio ideológico, y además están los escritores que hacen agua con sus personajes.
Las escenas postcrétidos es un sinceramiento de la industria sobre su incapacidad de lograr un síntesis artísticas superadora, que brinde gozo o bien una experiencia cinematográfica que no sea solamente una catarata de colores con gravedad aleatoria. Si a esto le sumamos la longitud de las piezas en tiempo/sala parece no conformarse con aburrir, sino que perpetúan la experiencia de escarnio y tortura con un énfasis omnipotente como bebé que se dice inocente cuando acusan de comerse el chocolate, teniendo restos del mismo en su boca.
Los diseñadores de estas nuevas formas de ficción sin peso histórico ni coherencia, saben que dan nada en sus película. Apuestan a la esperanza del espectador que les da oportunidad en cada nueva emisión, porque dominan la explotación de publicidad/salas y ganan por monopolio sin importar lo que presentan, siempre y cuando sea en los momentos anuales convenientes a los momentos empresariales festivos.
Sólo quieren dar más nada que antes.