Era hora en este espacio, indimensinal, que tratemos algún concepto narrativo de los que hacen la miles amargas de nuestros ojos y oídos en las ficciones audiovisuales.
Algunas expresiones de consumo masivo tienen, lo que se llama, Dios que baja a volcar la trama, es decir, torcer la maquinaria argumentativa que se había forjado sin un sentido popular y orientarlo a gusto de doña Gloria.
Los finales tienen que ser esperables, aunque las tramas sean de lo más complejas o refutatorias de la exitencia y el sentido mismo; así es que tenemos este "Deus Ex" que orienta el resultado de una obra con un giro de 540º, siempre apuntando a la dirección menos movilizadora o pinta espectadores que se pueda.
Las problemáticas adversas y, muchas veces irresolubles, son necesarias para captar la atención del ávido ojo del curioso que se sintió tocado por la premisa del poster, entendiendo que en la misma se va a tratar de una manera ética y responsable dicho planteo; y hasta proyectando que darán una sonrisa final a la mayor cantidad de personas... el famoso arte de agradar a todos a través de la popularización de lógicas instaladas homogeneizantes, estigmatizadoras y volubles.
Así es... ningún tanque salva vidas, ni da luz donde hay oscuridad... sin romper algo a su paso.
Este recurso literario de sorpresas infundadas dialécticamente barajadas en el contrato escópico comunicación establecido por el comienzo y presentación del contexto y los personajes, se encolumna en la inoperancia guionística del aparato reproductor de idolatrías caídas por tener su peso sobre climas músicales y no lógicas.
Lugar destinado a fallar en su fin, sin lugar a dudas, el de quien hoce alcanzar a cada uno con una sensibilidad universal, velando la del espectador. Apelar la hiperpotencia de lo desconocido o inventado parafernalias estrambóticas para no mostrar la impotencia de la falta en ser de la existencia... da miedito por la cantidad intentos y el fantasma que instala de que algo desde el más allá va a venir a salvar todo en el último instante sin previo aviso estafando esperanzas.
Preguntar y que guste la respuesta no es una tarea fácil, y no sé cuando se hizo necesaria la supremacía de la resolutividad, pero no se puede todo y ganar, así, es perder.