Las series son como esa mascota que está un tiempo con nosotros, nos hacen sentir bien o mal, nos decepcionan, nos esperan listas para que disfrutemos de ellas y con ellas y también su existencia llega a un final.
Decir que las serie son arte es un aspecto que no vamos a abordar en esta entrega, porque está claro que no lo son, el ejemplo más claro es el mundo de marvel... ahh pero las tv también... aunque la tv no es más un televisor, pero se´gual.
La idea de generar un ítem que se prolongue comercialmente durante años, y que pueda regular la relación con su consumidor manteniendo la necesidad y el gusto por esa opción, es un desafío que el mundo del entretenimiento audiovisual colma, satura y hastía con opciones hasta que la pega con alguna... casi por azar, porque el criterio es que no hay... criterio.
Cambian los actores, directores, temas pero siempre se mantiene la visión de buscar planos descartables y un argumento que sacie la necesidad de sentido del espectador, como si este, cuan tábula rasa, tuviera que ser adoctrinado e instruido. Porque en ninguna opción presentan un espacio para el espectador, la serie viene a obturar y saturar todos los sentidos y el discurso durante la experiencia, facilitándole todo... porque el cliente siempre hay que la razón.
Sería interesante, y a veces se intenta, hacer una apertura donde se intenta plantear una búsqueda en la manera de contar, donde más allá de la historia se sumerja al espectador en la experiencia audiovisual. Es así que la adhesión que logran es casi como la deportiva, porque se milita un actor, género o etc. Porque al espectador no le pasa nada más que sensación de hambruna y vacío que ya tenía antes de comenzar, cuando tenía la promesa de atravesar un relato rico en matices que se ve estafado por la inexistencia de subjetividad; y de esta manera puede mantener su comodidad y seguir en sillón o cama o sillón cama incólume.
Las series se han transformado en mundo paralelo donde se tiene a sí misme fuera del mundo de relación, como solución una soledad al narcisismo solipsiano con más vacío.
Sería interesante, y a veces se intenta, hacer una apertura donde se intenta plantear una búsqueda en la manera de contar, donde más allá de la historia se sumerja al espectador en la experiencia audiovisual. Es así que la adhesión que logran es casi como la deportiva, porque se milita un actor, género o etc. Porque al espectador no le pasa nada más que sensación de hambruna y vacío que ya tenía antes de comenzar, cuando tenía la promesa de atravesar un relato rico en matices que se ve estafado por la inexistencia de subjetividad; y de esta manera puede mantener su comodidad y seguir en sillón o cama o sillón cama incólume.
Las series se han transformado en mundo paralelo donde se tiene a sí misme fuera del mundo de relación, como solución una soledad al narcisismo solipsiano con más vacío.