La construcción discursiva que el ojo pantalla enfrenta varias pantallas-información... o me van a decir que miran una sola por más de tres minutos con una idea directriz concreta sin ramificarse. Claramente nuestro aparato óptico procesa reflejos de luz al sistema nervioso en un recorte general que a su vez acuden otros recortes como una televisor, celular o una ventana generando así un horizonte de rectángulos que nos datifican exponencialmente.
La inexistencia de relación dialéctica entre cada volcán de datos, que se aprecian más por la cercanía física que por su relación entre sí, impide al espectador hilar una trama que se precie de tal como un encadenamiento que propicie una asimilación sistemática y ordenada de la información presentada. Entendiendo que la sola presencia de esta en forma lineo temporal no implica un saber, ni el enraizamiento del mismo.
Para que se dé este milagro mágico de la existencia humana es necesaria un montaje, y para esto es necesario un esfuerzo extra externo al ojo pantalla, que si bien puede ser facilitado por este, es mucho rico si es producido por quien tiene un dominio sobre el tema y a su vez lo vierte presencialmente o sobre la pantalla-información.
Sin orden no hay conocimiento ni verdad.
Tampoco se puede estar generando verdades durante más de dos horas, si es que el humano puede albergar esa acción asertivamente y con responsabilidad ese lapso de tiempo; y para eso existen los formatos didácticos de inmortalización y auto-administración de ingesta pedagógica, donde se puede observar la tesón, dedicación y esmero que ponen nuestros genios contemporáneos para que cunda su visión de la escritura.
De la misma manera que lo teórico científico se vale de entramados técnicos, la indecencia ontológica de lo pregonadores del exitismo solipsista del yo_me_salvo_solo_por_mi_mismo_en_mi_circunstancia_propia, se pilotean entra la sugestionabilidad del público y la ansiedad para abrirse camino con su mensaje del ya ahora, con éxito gracias a los espasmos discursivos entre pantallas-información que operan sobre el ojo pantalla. Esta insolvencia adaptada magistralmente a la atención microficcional de héroe/espectador sin maestro sorprende, asumiendo ser foco del que interlocuciona supuestamente con soluciones a medida de nosotrxs. Punto para les gurúes.
La presencia de mensajes lacunares prometedores entre la devastación desértica de la existencia, brinda un oasis de agua salada. Abandonar el "no ser" para "ser" algo que "no soy" porque mi espectro ilocucional le falta un desarrollo y yo quiero "ser", que tampoco estaría siendo potenciado si nos someten a un señalamiento culpógeno narcisista, lastres traumáticos de vivencias pasadas no relatadas en tono catártico o abundancia.
-El sacabocado que desbloqueamos en la redes tensiona el armado de una historia.
-¿Cuál historia?
-La de escribir algo que se pueda leer.