Actor: Jorge Marrale
Serie: Historias de Diván
En la primer entrega de esta obra realizada con el desdén propio de la factoría apócrifa del holistisismo, voy a centrarme en el protagonista y en una segunda entrega me ocuparé de cada caso/entrevistado que versan sus historias sobre este Psi atormentado por sus decisiones y la profesión apremiante que la deslinda de la historia político-económica como digno hijo de las universidades nacionales.
Es de destacar el atravesamiento cultural pueril de las intervenciones
conservadoras en el sentido retrogrado, reduccionista y
clasista que ponderan la familia como nucleo del mal y eje de la salvación según convenga; pero pedirle a un show mediático de exposición solventada por la
pauta publicitaria del estado, pañales y gaseosas sería mucho cuando los
vericuetos formales y filosóficos de la humanidad como el deseo, el androcentrismo y el occidentalismo son la base de su negocio.
Las buenas costumbres en salud mental parecen ser la iatrogenia con intervenciones sesgadas, estereotipadas y racista desde una visión gozosa de la apoliticidad estrecha y tangible como posible solución a cuerpos hablantes que penan por su transito en un trueque de valores absolutos, sin devenires por lo supuestamente angustiantes que sería la incertidumbre de vagar sin destino productivista y reproduccionista como único fin.
Ojo que nuestro protagonista se juega con intervenciones hacia sus pacientes que para un egresado de la carrera de psicología estarían vedadas por su instancia de ignotismo superlativo, y también sentenciadas por cualquier supervisor que se precie de querer mantener su clientela de amateurs en la profesión sin que lo superen o aprendan a curar con la palabra.
Los momentos de aproximación gozoso de actuación y climas para el observador, se ven diezmados por el notorio interés de salvaguardar la moral imperante, por sobre la posibilidad de ahorrarle entrevistas a los que, en la ficción, solventan la vida de este Psi, al autor del libro, en la vida real, y a todos los especialistas que tienen este modo de vida en todo el mundo, que estadísticamente alcanzan un número de representantes que se podrían contar con los dedos de los pies.
Los destellos de asertividad no alcanzan para tapar el gran problema de los diálogos en escenas cortas truncas, con la obscena intensión de tejer tramas paralelas que obstaculizan lo más rico de las actuaciones de los padecientes, que si bien por el formato horario pecan de expeditivos da cuenta de lo interesante que puede ser construir una historia, que si bien existe un poco negligencia, impericia, imprudencia e inobservancia en nuestro superpsi de diván en la práctica que recortada en esta expresión audiovisual de distribución masiva vemos como sus barcos chocan, se convierten en submarinos o bien algunos vuelven a flotar.